domingo, 10 de mayo de 2009

EL LARGO SUEÑO III.



- ¿Qué broma es esta?, ¿Puedes decirme dónde estás? Suplicó Manuel sin poder reprimir la desesperación que desprendían al hablar sus palabras. María la detectó inmediatamente.
- ¿Dónde voy a estar Manuel?, en mi casa,no me he movido de aquí en toda la tarde, ¿qué has estado haciendo? -Dijo María un tanto sorprendida por las palabras que salían de la aturrullada boca de Manuel.
- No es posible, estás sentada en el sofá de nuestro salón, y acabo de hablar contigo ahora mismo. Dijo apretando con fuerza el teléfono móvil.
-¿estás loco?, Manuel, no me gastes bromas de mal gusto, sabes que me asusto enseguida.
Manuel no hubo contestado, cuando desde el salón la misma voz con la que hablaba por teléfono le gritó:
-¡Manuel, baja ahora mismo, me estoy enfadando!
-¿Quién ha dicho eso?, Manuel, ¿quién es esa persona?, ten cuidado... Dijo María repitiendo una y otra vez a un Manuel que ya no podía hablar, por el colapso que tenía en su mente, la misma pregunta: Quien era aquella persona.
-Ya que no vienes subiré yo a por ti. Volvió a gritar desde el salón evidentemente enfadada. Manuel podía oír como se ponía en pie, y se encaminaba hacia la escalera. Su pulso se elevó al infinito, sintió que las venas de su sien iban a reventar de un momento a otro.
-¡Manuel, sal de ahí, por favor, ten cuidado!. Pedía desesperadamente la otra María, sollozando entre palabras.

El sonido de los pasos secos y martilleantes, eran cada vez eran más cercanos, y ya podía imaginar el tiempo que tardaría en aparecer por la puerta. El miedo se había apoderado de su cuerpo, y se hizo insoportable cuando de repente apareció ella por la puerta, taponando la poca luz que entraba por ella.

Su pelo estaba totalmente alborotado. Su ropa, ahora se había vuelto toda negra, lo que hacía mayor contraste con aquella cara tan blanca como la luna, solo oscurecida por las ojeras que contenían aquellos dos ojos negros y profundos, que aparecían entornados, en un gesto de furia incontenida,inyectados en sangre, y prestos a estallar en cualquier momento.
Manuel estaba totalmente paralizado, solo podía contemplar la escena, y escuchar las suplicas de María, que le pedía que saliera de allí, pero sus miembros no respondían. Solo podía ver como María agitaba su respiración, blandía el abrecartas que llevaba en su mano derecha, y con un grito de furia, se lanzaba hacia él, sin que pudiera siquiera moverse.
Rápida como un rayo, saltó sobre él, el teléfono que todavía emitía los gritos de la quizás verdadera María salió disparado de su mano, para estamparse en algún lugar de aquella oscura habitación.
Manuel estaba totalmente paralizado, intentaba articular palabra, pero era totalmente imposible, estaba presa de un terror que lo había envuelto ya sin remedio.
Dando otro grito aun más escalofriante que el anterior, descargó el abrecartas directamente sobre el cuello de él.
Sintió como la fina punta del abrecartas, le penetraba por las arterias del cuello, sin poder hacer nada, cerró los ojos, fue presa de una fuerte convulsión, y cuando los abrió, María ya no estaba allí.
Se tocó buscando la herida mortal que había recibido, pero no halló más que un cuello sudoroso, que al igual que todo su cuerpo jadeaba al borde de un ataque de nervios.
Su habitación, estaba a oscuras como cuando se acostó, y el reloj marcaba las nueve de la noche. Intentaba comprender lo que había sucedido, cuando levantó las mantas que todavía lo tapaban, paso su mano por su pecho, totalmente empapado en sudor. Se esperezó, al tiempo que tapaba sus ojos con las manos, pensando cómo le iba a explicar a María lo que había sucedido, pero contento de que todo hubiera sido solo un mal sueño.
Ahora si que le tocaba levantarse, así que encendió la luz de la mesita de noche y se levantó, presto a darse una buena ducha, en dirección al cuarto de baño.
Se detuvo en seco cuando se percató que una luz proveniente de la planta de abajo subía por la escalera, proviniente del salón.

1 comentario:

  1. El que chorrrea en sudor soy yo, después de leer esto; no sé si acordarme de tus antepasados o felicitarte. Para empezar, la fotito ya me puso más nervioso de la cuenta, y la forma en que has llevado el relato ha conseguido que la tensión fuese subiendo hasta casi el límite.
    Sólo me queda una duda: ¿Eres el alumno aventajado de Carmen o su maestro (en la sombra)?

    Un saludo.

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me encanta que me orienten. Tu opinión es muy valida para mi.