lunes, 27 de julio de 2009

QUE ARTE!. TRES NOTAS MUSICALES.

Que pedazo de arte más grande tiene este cuarteto del año 1991. Derroche total de ingenio y doble sentido.

domingo, 19 de julio de 2009

EL CONVENTO VII.


Tras darle las buenas noches al cura, decidimos los tres subir a nuestros cuartos. El padre Cirilo no había acabado tan mal como el militar, pero no obstante también llevaba una cogorza digna de mención, que no le permitía andar medio en condiciones. Si se comía el cuerpo de Cristo como se bebía su sangre, no tardaría mucho en reventar aquel rechoncho clérigo.
Pensé que sería mejor si seguía de cerca a mis dos compañeros, pues ellos ya habían recorrido el mismo camino para llevar al Capitán a su habitación. Reinaba en aquel lugar un silencio absoluto, frio y acogedor al mismo tiempo, roto inevitablemente por el ruido de las pisadas de nuestras botas.
Una luz tenue y coloreada rompió la oscuridad que nos acompañó hasta el momento, al terminar de subir los últimos escalones, pudimos contemplar una enorme vidriera, motivo por la cual la luz de la luna nos regalaba un rosario de luces ocres, amarillas y azuladas.
En su centro se encontraba un Cristo que posaba sus manos sobre la cabeza de una figura tunicada, que permanecía de rodillas, recibiendo el perdón del Mesías. De su cabeza brotaba un haz de luz que con cuatro líneas rectas cruzaba la vidriera. En la noche parecía como si estuviéramos viendo una imagen etérea.
Escogí la celda que dejaron libres mis compañeros. Realmente no importaba cualquiera, pues eran iguales, y al lado de los suelos fríos que había estado soportando hasta ahora, me iba a parecer la gloria.
Con un leve vistazo completé una visión total de aquella habitación, tan fría como minimalista en su decoración, al fondo a la izquierda, un pequeño catre coronado por un pequeño crucifijo que colgaba en la pared, fue lo primero que vieron mis ya cansados ojos por el sueño. Justo a su lado una pequeña mesita de noche era el sostén de una Lucerna que apagada esperaba el justo momento para ser utilizada. A la derecha, un perchero vacío completaba la escasa decoración existente.
Decidí que ya era hora de dormir, pues el sueño me envolvía cada vez con más fuerza con su manto aterciopelado, así que cerré la puerta y me acosté. No tuve más que arremolinarme en la cama una vez para que me quedara profundamente dormido.
En esta parte de su narración, el Señor Smith se puso muy serio, y miró directamente a los ojos de Ramón Malavert.
-Ahora escuche atentamente, pues necesito que preste especial atención a esta parte de la historia. Pues es lo que quiero que Vd. investigue si así lo decide.

lunes, 13 de julio de 2009

DESDE LAS ALMENAS DE MEDINA.


El sol lentamente seguía su resignado viaje, sumergiéndose en la línea del horizonte, y cambiando su traje amarillo brillante por un pijama rojo cada vez más oscuro.
Aunque aquel rojo no era bello, ni la contemplación de aquella puesta era como la de otros días. Las columnas de polvo que se divisaban a la izquierda del derrotado astro rey, decían sin palabras que quizás fuera aciago el futuro que venía a visitar aquel antiguo castillo.
Hileras de hombres subían por las escaleras que conducían a las almenas con diligente presteza, voces ordenantes se oían por encima del silencio de las almas, que como yo contemplaban la venida del enemigo en la distancia.
Con que fuerza desearía que la distancia que nos separa se convirtiera en una inmensa grieta que se tragara aquel formidable ejercito que se adivinaba por la gran franja que ocupaba en nuestra visión. O que un gran dragón fuera mandado por Alah, a quien nuestros sacerdotes imploran con desesperación, que dando dentelladas y coletazos, los barriera de la faz de la tierra, sin que se derramara ni una gota de la sangre de nuestra gente.
Solo son anhelos fútiles, que trato de eliminar de mi mente mientras aprieto con fuerza mi arco, al que trato como si fuera una llave que condujera a la salvación, como si para ello no fuera necesario que muriera mucha gente, tanto de mis hermanos como de esos barbaros cristianos que vienen a expulsarnos de nuestra Medina.
Pero el tiempo se me acaba, debo prepararme para la batalla, pues ya se distinguen los primeros caballos blancos de la hostil comitiva que nos visita. Ya se escucha el sonido de los cuernos que tratan de intimidarnos, ya queda poco de la paz que teníamos.
Ya debo acomodar en el arco la primera flecha, quizás algún sabio escriba sobre nuestra suerte.

jueves, 9 de julio de 2009

EL CONVENTO VI.


Pasada una hora del comienzo de aquel banquete, ya no podía probar ni un solo bocado más, creo que mi estomago se había acostumbrado a la lastimosa dieta que llevábamos hasta el momento, y protestaba por el exceso de trabajo al que estaba siendo sometido. Los demás comensales habían dejado también de comer, probablemente aquejados del mismo mal, aunque los vasos del Capitán y del padre Cirilo no habían dejado de estar llenos. Me parecía increíble lo rollizo que se mostraba aquel militar con dos copas de más, había hablado conmigo aquella noche más que en todos estos días. No paraban de reír, y de gritar repetidos y exaltados Viva España, que se me antojaban destructores de la paz que debía haber en aquel recinto sagrado, y que aquel clérigo debía ser el primer interesado en salvaguardar, sin embargo se mostraba más “papista” que el papa, si se me permite.
Mientras tanto, el destacamento de soldados, permanecían en el patio. Habían terminado sus cenas, principalmente Cordero, como su condición de musulmanes mandaba, alegres por haber disfrutado una verdadera comida, aunque ellos solo habían bebido agua.
Llegó un momento en que aquellos dos individuos apenas si se mantenían en pie. El Sargento y el Cabo apenas si habían probado el vino, y observaban serios y desconfiados todos los movimientos del Capitán.
Cuando parecía que ya no podía estar más borracho, El Capitán Espinosa soltó el vaso de un golpe sobre aquella vasta mesa de madera, dejando una gran mancha color carmín en el que hasta no hacía mucho blanquísimo mantel. Dando unos ridículos tumbos que trataba de evitar en vano, salió por la puerta. Parecía un bebe gigante que comenzara a dar sus primeros pasos.
Todos los soldados menos los que estaban de guardia, permanecían reunidos junto a un fuego que habían prendido a unos cuantos pasos de los camiones, a su total discreción. Aquello no le agradó mucho al Capitán. Su cara enrojeció de furia aun más de lo que los efectos del alcohol habían logrado hasta ahora. Dando unos gritos descomunales, la emprendió a golpes y patadas con uno de sus subordinados, que sentado junto a la rueda de un camión, se había quedado dormido. No pude si no horrorizarme ante el furibundo ataque que estaba sufriendo aquel pobre soldado. Ciego de ira, le golpeaba una y otra vez, sin que nadie hiciera nada al respecto. Se había cebado especialmente con la cabeza de aquel pobre chico, que ante el inesperado ataque no pudo repeler el primer golpe, e inconsciente estaba recibiendo una paliza que podría resultar mortal si no hacía nadie nada por evitarlo. De su ensangrentada boca no podían salir siquiera los quejumbrosos gemidos de dolor con los que contestó la agresión. El Sargento viendo el cariz que estaban tomando los acontecimientos, decidió un tanto inseguro agarrar a aquel animal por los hombros e intentar disuadirlo para que abandonara tan vil acción. Pero este reaccionó también con violencia, dando un empujón al suboficial, que solo logro calmarlo recordándole que podían tomarse una copa más.
Así que agarrando por los hombros al Sargento y riéndose ostentosamente, volvió a entrar en el comedor, dejando en el suelo al soldado, que entonces fue atendido por sus compañeros, inmóviles estatuas de piedra ante el injusto vendaval que había ocasionado aquel trastornado ser que tuve la mala suerte de conocer, si hasta entonces solo me había causado un poco de pavor y un poco de desconfianza, ahora lo veía como a un ser repulsivo y abusador, que por saberse superior en rango se permitía ultrajar a sus compañero de fatigas, totalmente merecedor de mi total desprecio.
Decidí quedarme allí afuera, y no seguir a aquel desalmado y a su corte, me empezaba a dar nauseas el modo en que el padre Cirilo lo seguía, como un perrillo faldero, y más cuando vi como seguía impertérrito la paliza, sin hacer nada por el soldado, como si aquel musulmán no fuera una persona.
Allí me envolví en el silencio de la noche, que me arropó con un ligero viento fresco que venía de las montañas, y con los embriagadores olores de las flores de una dama de noche que colgaba de una tapia que localice dando un vistazo general y ayudado por una brillante luna llena que iluminaba ahora con intensidad blanca como el azúcar.
Una mano en mi hombro me sacó de mis pensamientos, era el Cabo que me anunciaba que nos debíamos retirar a nuestros aposentos a dormir. El Capitán se había ido ya, o mejor dicho, tuvieron que subirlo entre el Sargento y el Cabo hasta la recamara que habían dispuesto para él.
Las autoridades eclesiásticas habían dispuesto unas antiguas celdas que usaron en su día las monjas que inicialmente ocuparon el monasterio. Habían acondicionado cuatro, así que estuve casi a punto de dar las gracias a Dios por poder de nuevo sentir un colchón bajo mi espalda. Pero en vez de eso decidí subir la estrecha y sinuosa escalera que conducía a las celdas.

lunes, 6 de julio de 2009

UN GOL MUY MIO.



Vaya golazo, yo he visto muy buenos goles jugando a fútbol-sala, pero a este nivel, ni hablar.

viernes, 3 de julio de 2009

TERÄSBETONI. MISSÄ MIEHET RASASTAA.

MAS GUAN ZEJU. UN ARTISTAZO.




Otro magnifico cuadro de Guan Zeju, que se hace un autoretrato, y aparece en el fondo, pintando esta maravillosa obra de arte. Que tio!!