domingo, 10 de enero de 2010

EL INVIERNO DEL CORAZÓN.


CAPITULO 6: VUELVEN A MI LAS PESADILLAS.

Froté mis ojos con fuerza y miré alrededor con desesperación. Aquel paraje boscoso de las afueras de la ciudad se aparecía de nuevo ante mí. Volvía a caminar por aquella senda solitaria, apenas iluminada por la luz de la luna, apartando las ramas de los arbustos con mis manos.
Una tonelada parecía lastrar mis pies, cuanto más rápido pretendía ir, más lentos eran mis pasos, aunque me llevan por fin al final de aquella senda, inexorablemente al mismo claro, donde llego sudoroso y angustiado.
Si, aquel era mi coche. Y colocado tras él, vuelvo a repasar la matricula una y otra vez, tratando de descartar que aquellos cristales blanqueados por el vaho no son los de él. Vana ilusión.
Un impulso irracional, me lleva a abrir la puerta del copiloto, el cual no había tenido la precaución de echar el seguro. Mis ojos se abren tanto como pueden, observando con desesperación como la mujer semidesnuda que yace abrazada en el asiento abatido del copiloto de mi propio coche con aquel hombre, es Susana.
La rabia me embarga mientras aquel extraño, mucho más mayor que yo y tan distinto a mí, se pone los pantalones y echa a correr sendero abajo, llevándose como botín parte de mi vida junto con sus escasas ropas.
Una furia irracional zarandea mi cuerpo, agarrándome fuertemente con sus manos, dándome vueltas y vueltas en redondo, que no me permite ver, pues ha formado un círculo nebuloso a mi alrededor a la par que gira en torno a mí. Una vez me suelta, toda la tensión explota en un huracán de gritos e improperios.
Le digo de todo en un momento, insultos de toda clase, mientras ella, cabizbaja, trata de mostrar la mayor dignidad que puede mientras se viste.
También echa a andar por el sendero, sin decir una palabra, mientras yo, como sombra de un despojo, caigo de rodillas, tratando de aguantar con mis manos el rio de lágrimas que salen de mís ojos.
Otra vez la misma pesadilla vuelve a atacarme. De nuevo me despierto angustiado, bañado en sudor y en lágrimas. Con la sensación de que mi pellejo no vale la pena, y de que debía haber hecho caso a mi impulso inicial de tirarme por el puente de barlovento, aquel que atraviesa el cauce seco del rio, y que me habría quitado la angustia para siempre.
Después de sufrir la dichosa pesadilla, decidí que debía levantarme. Pese a ser las ocho de la mañana, la excitación difícilmente me iba a permitir dormir, así que me plantee un buen desayuno, y una carrera por el parque.
Hacía ya varias semanas que había vuelto a trabajar de nuevo. Poco a poco he ido perdiendo mis miedos y reticencias a enfrentarme otra vez a los compañeros. Realmente mis amigos de verdad han respetado mi intimidad, los que no son tan amigos se habrán alegrado de mis desdichas. L o bueno es que yo no lo he notado. Con los curiosos y entrometidos no he tenido piedad, no lo pueden remediar, llegan y con cualquier excusa, elaboran un estudiado sistema de interrogatorio, que imperceptiblemente va dando un rumbo a su conversación, que acaba sin remisión en una serie de preguntas que abordan sin ningún escrúpulo ni pudor, todo lo que más morbo les dé.
Por ahí no paso, y ya un par de ellos, han salido escaldados pasillo a delante, cuando los he mandado a tomar por culo, dejándoles claro, que los asuntos de mi vida privada no les incumbe, pero de mala manera, así corre la voz de lo que les va ocurrir a los que se atrevan a intentar hacer prácticas de prensa rosa conmigo.
Caminando tranquilamente avancé por el parque hasta el banco donde hacía siempre mi calentamiento inicial. El frescor de la mañana, junto con los primeros rayos del sol, da a la mañana un ambiente que me llena de energía.
Comienzo mi trote, sintiendo el optimismo entrar en mi, a cada bocanada de aire que respiro. Hoy es sábado, así que esta noche voy a dar una vuelta, mi arresto domiciliario debe acabar…

3 comentarios:

  1. Consigo ver la imagen de lo que sucede, y me hace sentir la misma rabia. Estupendo narrador y estupenda historia.
    Ya estoy esperando el siguiente capitulo

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  2. Bueno, la historia se ha puesto caliente y nos hace desear la continuación, supongo que tienes el argumento hilado para varios capítulos, ¿a que sí?, pues no tardes.

    José María

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  3. Vas como una moto, Dani, ya no hay quien te pare, para deleite de tus lectores.
    Sólo espero que esta vez no nos dejes de nuevo a medias; no seas malito.

    Un abrazo.

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me encanta que me orienten. Tu opinión es muy valida para mi.