jueves, 27 de mayo de 2010

EL INVIERNO DEL CORAZÓN.


CAPITULO 21: HAY QUE SALIR AHORA QUE SE ES JOVEN.

Pese a que me lo había propuesto desde la despedida de soltero de Antonio, no había siquiera entrado en mi correo electrónico. Tenía direcciones de muchas chicas, pero pese a ver mi portátil perfectamente acomodado en el sofá cada vez que entraba en el salón, la maldita pereza había hecho que descartara por activa y por pasiva el conectarme y comprobar hasta cuanto puede ayudar el internet a un solterón como yo.
La verdad es que era uno de los consejos que más me habían regalado los que ya habían conocido mi nuevo estado civil, pero por mi trabajo, estaba casi todo el día enganchado a uno, así que lo que menos me apetecía cuando llegaba a casa, era sentarme otra vez frente a un monitor. Ni para jugar.
Así que me maldije por no haberlo hecho, quizás aquella noche podría quedar con alguna de aquellas chicas que conocí. Algunas eran bastante guapas.
Había desechado la opción de salir temprano que pretendía Mario. Prefería cenar tranquilo, y no someterme al maratón de cervezas que solía acometer Mario al inicio de sus quedadas.
Sin un minuto de retraso, entré por la puerta del pub donde habíamos quedado. El también había sido puntual, bastante diría yo, pues ya estaba allí sentado en la barra en una especie de taburetes altos de un color rojo chillón, y un estilo bastante modernista.
Exactamente como el pub, con una iluminación bastante brillante, Un sonido envolvente que provenía de unos altavoces que no fui capaz de descubrir, y con unas franjas blancas y negras bastante atrevidas.
-Hola Manuel- Me saludo al tiempo que me daba un abrazo.- Mira, te presento al “Pollo” y a “Rafita”-.
- Hola chicos- Saludé a aquellos dos chicos más jóvenes a todas luces que Mario, y que juraría que eran dos pubertários recién salidos de la escuela.
Era de esperar que estuvieran a esas horas ya cargados de cervezas, por lo que tuve que intentar ponerme un poco a su ritmo, aunque tenía clarísimo, que no podía acabar como aquel día.
El ambiente era agradable, un chorreo continuo de gente, entraba y salía sin parar, y los cubos de cerveza que ponían tenían un atractivo muy especial para aquellos tres sujetos. A mi sin embargo, a partir de la segunda, la cerveza empezó a pesarme un poco, y es que ya lo advertía el dicho; “la cerveza no emborracha pero agacha.”
Así que mi cambio al whisky no fue demasiado aplaudido por nadie. Además quería forzar una pronta salida del pub. Imaginaba el ambiente que empezaría a reinar ya en la discoteca, y en que quizás allí me podría encontrar a alguna de las chavalas del otro día.
Pero estos tres seguían a lo suyo, sin un atisbo de dejar aquel lugar, por lo que por momentos una impaciencia desesperada comenzó a brotar en mi sin remedio.
-¿Qué te pasa Manuel?, Te veo muy serio, bébete una cervecita y deja los whiskys para más tarde que hay tiempo de todo- Me soltó Mario que notaba en mi cara que no me gustaban sus planes.
-Tengo ganas de salir de aquí, el otro día lo pasé muy bien en la discoteca y me gustaría repetir. Le respondí tratando de no parecer demasiado brusco.
-Vamos hombre, aquí se está muy bien. No seas aguafiestas- Respondió entre risas, tratando de dar un tono lastimero que no era tal.
De modo que tuve que aguantar allí en contra de mi voluntad. Pensé en irme solo, pero por otro lado, no quería ser lo que sugirió Mario, total, ellos eran tres y yo uno, no tenía por qué imponer mi voluntad.
Por fin, después de muchas idas y venidas al WC por culpa de las cervezas, se decidió salir de aquel lugar. Había vuelto casi por obligación a la cerveza, y me habían subido tanto a la cabeza, que ya me daba casi igual lo que hiciéramos.
-Yo voto por seguir aquí bebiendo cerveza, en la discoteca son más caras- Dijo Mario levantando la Mano y dando cierto tono de solemnidad a su frase.
-Yo por ir a la discoteca- Respondí después de los dos colegas de Mario, que preferían el uno que fuéramos de putas, y el otro a la discoteca, por lo que gracias al Rafita, haríamos lo que yo quería de un principio.
Ahora que habíamos llegado a un consenso, y cada uno con pretensiones claramente diferentes, salimos del pub camino de cualquiera de las discotecas que poblaban el centro de la ciudad.
Lo bueno que tenía el dichoso pub, era que estaba justo en pleno centro, y en sus inmediaciones, nada menos que cuatro discotecas.
Ahora sí que me sentía contento, el reloj me decía que no era demasiado tarde, apenas las dos y media, ¡desde las once bebiendo cerveza, es un maratón bastante aceptable! Ahora me tocaba a mí.

3 comentarios:

  1. Este va ya lanzao, a ver quien lo para ahora.
    Igual que tú con la narración, se ve que cada vez estás más suelto y seguro de ti mismo. Eso es bueno. Continúa así.

    Un abrazo y mucho ánimo para Don Tomás, que lo está pasando regular últimamente.

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  2. El trabajo de investigación ha debido ser exhaustivo, pero ¿no habías ya escrito otra nochecita parecida?.....

    Me uno a mi afecto por el abuelo Tomás. Un abrazo para él y para toda la familia

    José María y Pilar

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  3. Manuel sigue de marcha, otro resacon le espera con semejante compañia.
    felicidades Dani
    sigue

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me encanta que me orienten. Tu opinión es muy valida para mi.