sábado, 6 de noviembre de 2010

EL INVIERNO DEL CORAZÓN.


CAPITULO 35: ESTA BARRIGA NO ME DEJA VER LA LACIA. (TOMASITO).

La incertidumbre con la que había acabado aquella nefasta noche, y que me había perseguido hasta que pude hablar con Noelia, se disipo como las nubes al final de la tormenta.
Sin duda el haberme disculpado y aclarado por fin el asunto, me había puesto unas alas en los pies que me llenaban de alegría.
El mazazo había sido grande, un desengaño que se había revelado con violencia sobre mí, justo cuando había algo que pensaba que iba sobre ruedas.
Reconozco que lo pasé bastante mal. Soy del tipo de personas a las que una simple llamada de atención hace que se incomode sobremanera, vamos, que un ataque de remordimientos me hacen sufrir más que un dolor de muelas.
Tengo que confesar, que tan mal estaba y tanto me estaba machacando la cabeza el asunto, que incluso recurrí a pedir consejo a Mario.
Si, se que parece una estupidez, pero cuando la desesperación te atrapa, no se sabe a veces donde acudir. También pensé, que a un individuo al cual le habían pasado tantas situaciones disparatadas, puede que tuviera alguna solución milagrosa inesperada.
Me dijo que me comprendía, y que había tenido una vez una situación parecida;
“Una vez me pasó, que fui a casa de un amigo. La madre me dijo que estaba durmiendo, así que decidí gastarle una broma.
Me desnudé totalmente en el pasillo frente a la puerta de su cuarto, y me dispuse a meterme en su cama sin que me oyera, la sorpresa sería mayúscula.
Pero me pasaron dos cosas realmente embarazosas, como a ti Manuel, –comencé a recelar un poco en este punto de su conversación- al intentar abrir la puerta de su cuarto, me di cuenta de que el mamón había cerrado por dentro. De repente, la puerta del salón se abrió, apareciendo de la nada frente a mi; su padre, madre, hermana, e incluso su abuela, una vieja con un diente arriba y otro abajo, que me miraba con los ojos desorbitados. Rápidamente me tapé los pezones.
-¿Y esa fue la primera situación embarazosa?-Le dije sorprendido, desencantado por que no tenía nada que ver con lo que me había ocurrido. No obstante le busqué una redención que quizás no se merecía. – ¿Y la segunda?
-Pues que cuando me di cuenta de que los pezones no era lo que en realidad debía tapar, si no “la lacia”
¡Y se rió el tío a carcajadas! Desde luego, la culpa solo la tenía yo, pues podía haber imaginado que me saltaría con cualquier majadería.
Después de haber hablado con ella me sentía feliz, descargado de un peso que tan tontamente había echado a mis espaldas.
No había mucho tiempo que perder, en casa debían estar llegando ya mis hermanos, así que sin mucha dilación y directamente, me dirigí hacia allí.
En cierta medida, eran mis hermanos los que más habían insistido para que no faltara a la cena de año nuevo. Otros años mi madre había colapsado la centralita de mi casa, para desesperación y hastío de Susana, pero este año, o había delegado esa misión en mis hermanos, o había pasado simplemente de mí.
No debía sorprenderme demasiado, no me había mostrado muy receptivo con ellos desde el primer momento en que comenzaron los problemas. Pretendí mantenerlos al margen, primero porque sabía que poco me iban a ayudar, y segundo por mi carácter reservado.
Sabía de más que no me iban a comprender, pero debía pasar la prueba de fuego de la cena, e intentar tal y como había sucedido con Noelia, que las aguas volvieran a su cauce.
Mis padres vivían en nuestra casa de toda la vida, un piso enorme en unas de las plantas de un antiguo edificio señorial de principios de siglo. El edificio estaba bastante remozado, pero conservaba su espíritu de antigüedad intacto.
Respiré a fondo antes de pulsar el interruptor del portero automático. Una inquietud me asaltó mientras esperaba a que alguna voz apareciera, y aunque esta se hizo un poco de rogar, desapareció de un plumazo cuando entre risas de fondo, mi hermana me abrió la puerta, regañándome en broma por la tardanza.
Mi idea era llegar antes que ellos, justamente para no ser el centro de atención, pero finalmente no lo conseguí, ellos ya estaban allí, y me recibieron entre risas burlescas y vasos en mano.
La primera en recibir mi saludo fue mi hermana Valeria, Era la mayor de mis hermanos. Nueve años mayor que yo justamente, y tan cariñosa y preocupada por todo como siempre, muchas veces he pensado que se comportaba como si fuera más nuestra madre que nuestra hermana.
Estaba casada desde hacía unos cuantos años y su marido, un Comercial de productos ibéricos andaba por ahí mezclado con mis hermanos, atiborrándose de cerveza como todos los años.
Sabia que ellos andaban en el salón, pero como primer deber, busqué a mis padres como objetivo de mis saludos iniciales. Mi madre andaba en la cocina, y cuando me vio, me abrazó resaltando lo guapo que venía, aunque me veía muy delgado. No sé si estaba más susceptible que otros años, pero me pareció más feliz que otras veces, ni rastro de los reproches que esperaba encontrar y que tan bien se le daban.
De todos modos, y aunque había cogido carrerilla, faltaba mi padre, que ese sí que era un escollo importante. Pregunté por él a mi madre, y me indicó que andaba en el salón, sin dejar de preparar los platos con Valeria.
Crucé la puerta de aquella sala, recibido por un torrente de risas. Alguna ocurrencia había contado Roberto, el menor de mis hermanos y el que más sentido del humor tenía, yo diría que de toda la familia entera.
Al verme entrar, el, Pablo y Adrian, mis otros hermanos, se abalanzaron sobre mí, abrazándome como si hubiéramos marcado un gol. Como me temía, comenzaron a darme golpes en la cabeza, tan juguetones como siempre. Ellos estaban a lo suyo, pero volví mi vista automáticamente buscando a mi padre.
-¡No vais a cambiar nunca!-Bramó desde el sofá donde charlaba con mi cuñado.
Me incorporé y fui a saludarlo, de paso a mi cuñado también. Estaba serio, pero sereno, más pendiente de guardar las formas en la fiesta, como siempre. Pero con su copa de vino en la mano. Tampoco encontré rastro de los reproches que esperaba.
Repartí besos entre mis cuñadas, y acepté un vaso de cerveza, la cena iba a comenzar.

4 comentarios:

  1. Bueno, este es un capítulo de paso, pues en él no sucede nada relevante, pero resulta necesario para enlazar con la cenita dichosa.
    Espramos con impaciencia ver como se desarrollan los acontecimientos y como se engarza Noelia en ellos de nuevo.

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  2. Al principio has metido la pata al poner Susana donde debería estar Noelía, o al menos eso me parece a mí. En fin, un fallillo sin importancia y totalmente perdonable a estas alturas.
    De momento muchos tópicos navideños bien conocidos por todos, a ver cómo te las apañas para mantener la atención y la intriga a partir de aquí. (Seguro que ya tienes algo sorprendente preparado).

    Un abrazo.

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  3. Muy buena vista, ya puse a la artista su nombre correcto. Muchas gracias por vuestras apreciaciones.

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me encanta que me orienten. Tu opinión es muy valida para mi.