jueves, 18 de noviembre de 2010

EL INVIERNO DEL CORAZÓN.


CAPITULO 36: AÑO NUEVO.

De nuevo me encontraba sentado en la misma silla que me había visto auparme a ella cuando mediaba un abismo entre mis piernas y el suelo. Con mi familia, con la cual había compartido el transcurrir de un tiempo que como el agua de un río, venía caudaloso de recuerdos al mar de los días presentes.
Como todas las cenas, tanto entremés dejó poco hueco para la comida de verdad, pero la pata de cordero de mi madre era irrechazable, así que con un vino que mi padre aseguraba que era el mejor del mundo, y un poco de voluntad, ataqué aquella maravilla culinaria.
Ahora todos estaban sentados a la misma mesa, como todos los años. Todos menos ella. Levanté mi vista y fue como si un leve zumbido, hubiera hecho que todo se ralentizara de momento, a la par que aceleraba mis sentidos hasta el infinito.
Podía oír la voz de mi padre pedir algo a mi madre tal y como si estuviera en treinta y tres revoluciones por minuto, cuando debería ir a cuarenta y cinco. Las risas de mis hermanos sonando como ecos distorsionados, mientras Valeria y mi madre, ponían una lenta pega a la comida en la que tanto se habían afanado.
Pero yo, yo no podía dejar de pensar que mientras todos reían y trataban de disfrutar de la compañía que nos brindábamos, tenía que estar añorando tiempos pasados, deseando escapar sin ser visto de una atmosfera que me agobiaba.
No era justo que en tres meses que habían discurrido desde el divorcio, yo no fuera capaz de ser el mismo. Me preguntaba que penitencia tendría que hacer como pago de aquel golpe del destino.
Mientras, todos los demás reían, incluso mi padre parecía más feliz. Quise ir al cuarto de baño, pues intuía una pronta borrasca lagrimal de las que últimamente era aficionado, pero algo llamó mi atención.
-¡Un brindis, un brindis!- Estas palabras fueron como otro click que me volvieron a meter en la realidad. Lo extraño era que provenían de mi madre.
-Este año voy a hacer el brindis yo. No me miréis así.- Dijo, confirmando que iba en serio. -Vamos a brindar por Valeria y Miguel, para que no se les hagan muy largos estos ocho meses que quedan, y que tengan mucha suerte.
-¡Que vais a ser tíos y Abuelo!- Añadió levantando su copa al aire con un gesto de felicidad como hacía tiempo que no le veía.
Parece mentira los caminos tan extraños que escoge la alegría para llegar a nosotros. Todos abrazaron a los futuros padres, algunos riendo y algunos casi llorando. No era para menos, pues suponía la llegada del primer miembro a la familia de nuestra propia sangre. Creo que fue la primera vez que vi a mi padre llorar. Llevaban mucho tiempo intentándolo, por lo que esas lagrimas que estuvieron a punto de salir antes por otros motivos, se me escaparon finalmente, pero estas eran de alegría.
Con prisas de última hora y el mismo nerviosismo inexplicable de cada año, quedamos frente al televisor, mirando atentamente la esfera de un reloj.
Unos cuartos seguidos de unas campanadas pusieron broche final a un año que nos acercaba o nos alejaba, según se quisiera.
Mezclados entre el estruendo de los cohetes que empezaban a lanzar, y el ruido del tapón en su descorche del champan, repartimos besos y abrazos. Deseos de felicidad, aunque más alegría sincera por poder estar otro año unidos.
Con la misma algarabía de siempre, salimos en tropel al balcón pese al frio a contemplar los fuegos artificiales. Sus fulgores, destellaban en un cielo tan negro como un manto, en el que se pintaban brillantes coloretes, y que parecía distinto a los demás. En la calle comenzaba la vida a moverse de nuevo tras aquella pausa mágica.
Valeria me abrazó cariñosa mientras los últimos cohetes sonaban.
-Me alegro mucho por vosotros- Le dije al oído.-Espero que todo salga bien.
-Y todos esperamos que recuperes tu sitio-Respondió-Tienes que ser menos reservado. Hemos decidido no decirte nada porque te conocemos, pero que sepas que puedes contar con todos nosotros.
Y dándome un sonoro beso, siguió la marcha de los demás, y entro en el salón.
Miré al horizonte de aquella ciudad, buscando entre las luces escenas que se parecieran a la nuestra. Llenando mis pulmones de un soplo de aire para continuar.
Aunque me sentía solo, decidí que había pasado muchos años buenos, y que aunque el pasado próximo no fue el mejor, quizás el próximo año volviera a ser especial.

4 comentarios:

  1. Mira por donde, un capítulo que puede parecer insulso y rutinario, pues no añade nada nuevo al guión, está tan bien escrito que se lee de corrido y con gusto. Creo que esta es la mejor forma de hacer que lo cotidiano llame la atención.

    ResponderEliminar
  2. Coincido con genialsiempre. Este capítulo me ha gustado muy especialmente, no tanto por lo que cuenta sino por cómo lo cuenta.
    Verás tú que al final vamos a hacer de ti un escritor de verdad y todo.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  3. Bueno como siempre me a gustado, y coincido con pedro y genialsiempre

    ResponderEliminar
  4. Hola

    Me llamo Felicia , soy administradora de un directorio y tengo que decir que me ha gustado tu página, me encanta el contenido que publicas.
    Por ello, me encantaría contar con tu sitio en mi directorio, consiguiendo que mis visitantes entren también en su web.

    Si estás de acuerdo. Házmelo saber.

    Suerte con tu web!



    Mi correo es felicia.alvarado@hotmail.com

    ResponderEliminar

me encanta que me orienten. Tu opinión es muy valida para mi.