lunes, 17 de enero de 2011

EL INVIERNO DEL CORAZÓN


CAPITULO 40: ¡MOJANDO EL CHURRO POR FIN!

Aquella cita que no esperaba con Cristina fue lo único destacable de aquella noche que había dejado de tener magia para mí. Pasamos un buen rato charlando y contándonos planes para el día de reyes que siquiera me dejaría un par de agradecidos tarros de colonia, pero sin pizca de ilusión.
Le pague como honrado que soy la explicación que sin duda le debía, y a la que restó importancia, asegurando que me entendía perfectamente. Contar mi vida privada a gente que apenas conocía, comenzaba a convertirse en una rutina demasiado habitual. No me reconocía.
Abriendo mucho aquellos ojos verdes, Cristina escuchaba sin hablar las palabras que salían de mi boca, y a las que no pusieron freno mi vergüenza y desconfianza.
También me dijo como consiguió mi número de teléfono, había sido el chico del gimnasio. Por lo visto era buen amigo suyo, y con el pretexto de que me conocía, y que lo había perdido, este se lo dio.
-No sé cómo has querido volver a tomarte una copa conmigo-Le dije mientras me sentaba y dejaba sobre la mesa dos cervezas que venían conmigo desde la barra.-Pensé que estarías enojada conmigo.
-¿enojada yo?-Dijo sonriendo.
-Es que tienes mucho genio-Le solté de sopetón.
-Oyeee-Respondió haciendo un gracioso ademán de darme un guantazo.-He venido porque me siento bien contigo, no sé cómo explicarlo, el otro día te portaste muy bien conmigo, y cuando hablamos, me siento muy a gusto.
Yo también me sentía muy bien, tanto que aquella conversación duró hasta altas horas de la madrugada, por mucho que le insistía en que si no se acostaba temprano los reyes no le traerían nada, ella no se quería marchar. Nos fuimos del pub a una discoteca y estuvimos bailando, riendo y sin dejar de beber.
-Gracias Cristina-Le dije mirando una cara muy fácil de observar y provocando en ella una graciosa mueca de sorpresa.
-Has hecho que me anime justo cuando más lo necesitaba-Y rocé con mis dedos sus sonrojadas y suaves mejillas.
-Ya es hora de que me vaya, todavía no he llegado a casa desde que salí de trabajar.
Entonces me topé con su amable negativa, rogándome que no me fuera y la dejara sola. Así que la invité a acompañarme a casa si quería.
Cristina aceptó y juntos nos fuimos caminando sobre una alfombra de confeti, caramelos pisados y bajo las tristes luces amarillentas de unos alumbrados navideños que ya carecían de sentido, y cuyas estrellas y velas con bolas, seguro deseaban que fuera de nuevo Nochebuena.
Pero con el día de reyes, la navidad acababa. Sin embargo, aquella noche comenzaban a pasarme cosas de nuevo buenas para mí.
Cuando llegamos a la puerta de mi casa, me sentí un poco ridículo, jamás me habían acompañado a la puerta de mi casa, y menos una mujer.
Me parecía un atentado contra la caballerosidad, y así, se lo hice saber a Cristina. Debía haber sido yo el que la acompañara a ella.
-Sube y te invito a una última copa-Le dije, y juro que lo hice por atención hacia ella, por no dejarla que se fuera como una pasmarota por donde había vendido.
Cristina volvió a aceptar. Tenía ganas de morirme cuando recordé que no limpiaba la casa desde el fin de semana, así que no pude evitar sentirme como una perfecta ama de casa, o sea, avergonzado mientras subía las escaleras.
No obstante, a ella pareció no importarle en absoluto, se dedicó a observar todo con una sonrisa.
En el salón, le indiqué que se sentara en el sofá y sugerí varias bebidas posibles. Pero no quería beber nada, lo único que deseaba, era que me sentara junto a ella, así que me agarró obstinada, dispuesta a acomodarme como fuera.
Me resistí, y lo único que recuerdo, es que sus manos cogieron mi cuello, las mías que nunca han sido mancas, agarraron su cintura, y como las leyes de la metafísica mandan, nuestras caras se acercaron, y no por sus lentos movimientos en las orbitas siderales que ocupaban, se pudo evitar que colisionaran en un apasionado beso.
Todavía no me explico cómo sucedió, pero mis manos comenzaron a responder mecánicamente a unos pensamientos obscenos bastante mecánicos que tenía escondidos desde puede que más de un año sin hacer un acto sexual nada más que solitario.
Como si fuera un Vishnú en toda regla, mis en brazos comenzaron un peregrinar tranquilo por todo rincón de aquel bello cuerpo de mujer que Cristina tenía escondido tras un vestido de fulminante genio.
No sé en qué punto, pero poco a poco fuimos venciendo el pudor y entrando en una danza que nos llevó a quitarnos la ropa con desesperación.
Prometo que ya no quedaba nada en mí de la media borrachera que habían provocado las bebidas de la tarde, y seguro que en ella tampoco. Poco a poco se diluyó en un rio de pasión que provocaba el tacto de esa piel tan sedosa, el roce de unos labios de caramelo o la simple vista de esos ojos verdes que me comían con su mirada.
Me parecía mentira sentir tantas sensaciones extrañas pese a que el acto en si no era nuevo para mí.
El despertar del día siguiente fue más pronto de lo habitual, pues cuando Cristina se dio cuenta de donde estaba, decidió que tenía que salir pitando.
Me sentía un poco ruborizado, pero me reconfortó saber que recobrábamos el estatus Quo, y con la misma cordialidad que antes de aquella noche. Me dio dos besos y sin dejar que la acompañara, se fue deseando que nos viéramos en otra ocasión.
Supongo que la sonrisa, los ojos medio entornados y en definitiva, la cara de tonto que vi al entrar dentro y reflejarme en el espejo de la entrada era la que había tenido todo el tiempo. Tonto, pero por fin bastante feliz.

4 comentarios:

  1. Bueno, por fin la cosa va subiendo de tono; tanto el protagonista como los lectores lo necesitábamos y era algo que se olía desde hace varios capítulos.
    Un buen revolcón puede significar muchas cosas o no significar nada, así que a ver cómo sales de este giro que le has dado a la historia.

    Saludos.

    ResponderEliminar
  2. Estoy completamente de acuerdo con pedro, a ver como continuas....

    ResponderEliminar
  3. Me encanta la forma de describir el beso, te ha quedado genial. No entiendo la expresión "mis en brazos", ¿es algo localista?.
    Bueno, seguiremos con atención próximas entregas

    ResponderEliminar
  4. Vaya, ese "en" se ha colado donde no debía.
    Gracias por vuestros comentarios

    ResponderEliminar

me encanta que me orienten. Tu opinión es muy valida para mi.