viernes, 25 de diciembre de 2009

EL INVIERNO DEL CORAZÓN.


CAPITULO 4º: BUSCANDO UNA RAFAGA DE AIRE FRESCO

Habían pasado ya unos cuantos días desde que desperté. Mi mente en estos momentos era una barca que a duras penas navegaba en un mar de dudas, atravesando una gran tormenta en el océano de la depresión. Miraba a babor, a estribor, incluso a proa y a popa, pero no veía la manera de encontrar un camino en medio de la tempestad.
Pero no iba a esperar la luz de ningún faro. Actuaría ya. Pero esta vez seguro de mi mismo, no quería volver a tener problemas con mi conciencia, y menos en vista de la mala hostia que se gastaba.
Mis primeras medidas, habían sido convertir la zahúrda donde vivía en lo que había sido hasta ahora, un hogar. La limpieza fue a fondo y bastante exhaustiva, pues tres meses sin pasar siquiera la fregona, no eran moco de pavo, entrar en el cuarto de baño podía ser motivo suficiente para hacer vomitar a una cabra. Además tenía que hacerme a la idea, de que nadie iba a venir a limpiar por mí.
También pensé que necesitaba revitalizar el cuerpo, así que trate de volver a poner en práctica, una costumbre que perdí una vez casado. Y no era otra que ir a correr al parque. Seguro que me serviría para oxigenar mi mente.
Saqué mi vieja ropa de deporte, y me compré unas zapatillas para correr, las más ligeras que encontré, también había decidido que no iba a escatimar en mis aficiones, al fin y al cabo no tenía otra cosa.
Mi primer día de carrera fue un desastre, me propuse correr diez minutos, no mucho para lo que solía correr antaño, pero suficiente para el pésimo estado de forma que presentaba. El caso es que no aguante ni cuatro míseros minutos. Nunca pensé que estuviera tan mal, y eso que no fumaba, el corazón parecía querer escapar de mi pecho.
Cuando decidí que no podía dar un paso más, me paré junto a un banco, que allí acompañando a un árbol, parecía abrir sus brazos hacia mí, como si yo fuera un niño pequeño, y el, un familiar que te dice que te va a llevar a dar una vuelta.
Sabía que debía hacer unos estiramientos, pero no podía. Y es que justo cuando estaba estirando antes de iniciar la carrera, una chica había pasado junto a mí. La cantidad y calidad de los pertrechos de hacer footing que llevaba y los auriculares del mp3 que portaba en sus orejas, revelaban que no era una corredora tan ocasional como yo.
Lo que no me importó en absoluto, mi alma competitiva salió a relucir de nuevo, jugándome una mala pasada, pues decidí rápidamente llevar el ritmo de ella, iniciando un trote perseguidor que solo alcanzó para observar durante uno o dos minutos el movimiento rítmico de su coleta, y también de su culo, para que voy a negarlo. Acabando en un trote cochinero que hubiera seguido un caracol.
El sobreesfuerzo me propició un fuerte dolor de costado, y una aceleración tan grande del cansancio, que la vista del banco me pareció la de un oasis en medio de un gran desierto. Me senté jadeante, esperando que la chica no se hubiera percatado del botarate que había intentado seguir su ritmo con tan poco éxito. El aire fresco de la tarde entraba y salía de mis pulmones provocando una sensación muy placentera, me hacía sentir realmente vivo, dando a la adrenalina un verdadero motivo para que nuevamente subiera por todo mi cuerpo.
Definitivamente iba a dar continuidad a esta actividad, que aunque me había destrozado las piernas, me hacía sentir bien.
Una vez en la casa, me di una buena ducha de agua caliente, de nuevo, una grata sensación volvió a mi cuerpo a la vez que el agua caliente caía sobre mí.
Estaba decidido, iba a telefonear a mi jefe, debía volver al trabajo. Volver a darle una rutina a mi vida podía ayudarme a olvidar definitivamente el pasado, a buscar de nuevo el horizonte.

5 comentarios:

  1. Espero con ansiedad conocer los derroteros de la vida de Manuel, pero mientras tanto, he de recalcarte lo mucho que me gusta el estilo que estás empleando. Expresiones como "no era moco de pavo" hacía años que no las oía. Me parece muy real, muy actual, como si le estuviera pasando a un conocido, y eso, supongo, es lo que pretendes transmitir.
    Por ello, una vez más mi enhorabuena por este buen...¿relato o novela?, ya veremos.


    José María

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  2. Como José María opino que es brillante y como en los capítulos anteriores espero la pronta continuidad de tan buen relato

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  3. Se te lee con facilidad y resulta muy ameno. Es un gustazo. Me encantan las expresiones que le dan chispa, como las fatiguitas de la cabra... jejeje. Por cierto, se ve que ya te han asesorado para buscar fotos espectaculares...

    Felices fiestas y buen año nuevo. Un abrazo.

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  4. Vaya, qué sorpresa, creí que ya lo habías acabado, pero me alegro de la continuación, porque esto promete mucho y bien.
    Ánimo.

    Un abrazo.

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  5. Muy bien escrito y buenas expresiones bien planteadas,espero poder continuar leyendo esta novela-relato? muy pronto,avisame cuando tengas la siguiente entrega.

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me encanta que me orienten. Tu opinión es muy valida para mi.