domingo, 11 de julio de 2010

EL INVIERNO DEL CORAZÓN.


CAPITULO 26: YA ESTA AQUÍ….

Mentiría si dijera que fue fácil despejarme de aquel tejido dañino que me rodeo y apretó con fuerza. Tampoco entusiasmarme con las pequeñas alegrías que me regalaba mi apática vida, o no sucumbir ante cualquier eventualidad.
Pero lo cierto es que intenté abrirme a la vida, bajarme del Hindemburg antes de que se estrellara llameante.
Irremediablemente, sucedió. Una buena mañana, al entrar en el pasillo de la oficina, me encontré todo lleno de pomposas guirnaldas de verdes y rojos brillantes, bolas de colores, y todo tipo de consabidos mensajes de felicidad navideña bajo texturas de nieve.
Nuestra empresa, siempre fue bastante sosa para todo tipo de fiestas y celebraciones, recuerdo jubilaciones e incluso muertes de algún empleado, y no se había pronunciado al respecto, ni había ofrecido ningún acto o comportamiento especial, sobre todo en el que se viera un poco de humanidad. Pero una semana antes de que llegara noche buena, daba el pistoletazo de salida y se convertía en una especie de centro comercial.
No es que mis pensamientos se dejaran llevar por mis circunstancias, y estas influyeran en mis palabras, pero no se podía ser más friki.
¡Incluso compraban árboles de navidad naturales! Increíble el despilfarro, cuando había veces que para pedir algún aparato de medición o alguna herramienta más cara de lo normal, había que mandar una instancia lo más suplicante posible, y demostrar fehacientemente, que era cuestión de vida o muerte. Ver para creer.
Este año me había propuesto no despreciar ningún acto social, incluida la cena de empresa, a la que había dejado de acudir pues las cosas ya no iban muy bien con Susana, y las esposas o parejas también estaban invitadas.
Lo que realmente me tenía preocupado era la cena con la familia. Sentía autentico terror con solo pensarlo; “¡Feliz Navidad!, Aquí está el derrotado”.
No sabía cómo encararlos, pero no tenía más remedio que acudir, al fin y al cabo eran mi familia.
Siempre mantuve con ellos un silencio absoluto incluso cuando las cosas fueron a peor con Susana. Nunca me gustó airear mis problemas, pero aparte, tenía la esperanza de que se arreglara el asunto y no me tuviera que comer lamentos y explicaciones dadas.
Solo mis padres supieron algo por mi boca, pero sus palabras fulminantes me hicieron descartarlos de la misma manera como paño de lágrimas. Me veían como a un apestado, culpable de todo lo sucedido.
Todos los padres sacan los ojos por sus hijos, todos salvo los míos. Y lo cierto es que eran un apoyo que no creí que me fallaría, pero sabiendo lo chapados a la antigua que eran, debí haberlo previsto.
En fin, que tenía que ir a la cena de año nuevo como mandaba nuestra tradición familiar, ya vería como me las arreglaba con mis hermanos, y con los “Torquemada”.
Como no me quedaba otra, esa misma tarde opté por comenzar con un trabajo que no por más tradicional, me resultaba más pesado; comprar los regalos de navidad.
Me sumergí en la algarabía de un centro comercial, y me puse a darle vueltas, repasando detalles, e intentando confeccionar una lista de lo que podía comprar con menos follón, y que gustara más.
Reconozco que Susana en estos menesteres, me prestaba una ayuda valiosísima. Poseía ese instinto especial del que siempre sabe que regalar, y con poco dinero, buscaba regalos que hacían la delicia del destinatario.
Con mis padres, lo tenía muy fácil para los regalos, a él todo le parecía innecesario e inútil, y a ella, tres cuartos de lo mismo, aunque después estuviera con el abrigo o guantes de turno, como Mateo con la guitarra.
Mis hermanos y yo, nunca nos regalábamos nada, pero mis cuñadas si tenían esa costumbre, y ese día se obsequiaban un detallito de poca importancia.
Este año, decidí que iba a romper la costumbre, y que les iba regalar a cada uno, una botella del mejor whisky que encontrara. No sabía si lo hacía por peloteo, o por lavar mi conciencia por no haberles contado nada, pero lo cierto es que lo iba a hacer.
No es que me alegrara, o si en parte, pero realmente era un alivio que estos tres “orangutanes” no tuvieran ninguno descendencia, entonces sí que tendría un problema para buscar regalos.
Decidido a comenzar a dilapidar mi recién llegada paga de navidad, entré en una tienda de bebidas, dispuesto a comenzar con lo más fácil, las botellas de Whisky.
En aquel local, había bebidas de todas clases, desde el rioja más caro, al champán más conocido, todos ellos presentados en estantes de madera, decorados con adornos, y flanqueados por botellas grandes de todas las bebidas expuestas.
No me compliqué mucho la vida, un añejo de doce años fue el elegido, así que le indiqué al dependiente que me envolviera las coquetas cajas de madera en que los servían en un papel de regalo muy bonito que tenían.
-¡Vaya, buena botellona vas a hacer!- Dijo sonriente Noelia, que como siempre aparecía de sopetón, y como siempre con una bonita sonrisa como complemento.
-Hola Noelia- La dije entre risas, realmente contento de verla.- ¿Cómo estás?
-Muy bien Manuel, un poco cansada de tanta compra- Respondió resoplando con gracia, utilizando una pose de cansancio bastante socarrona.
-Pues ven, te voy a invitar a un café, yo también estoy cansado- Le solté sin pensarlo dos veces.
¡Claro, hombre!, tenía que aprovechar la coyuntura, además, no sé por qué, me apetecía mucho charlar con ella.

4 comentarios:

  1. Esta semana ha mejorado mucho. Describes muy bien el síndrome que todos, en alguna ocasión hemos tenido, de las navidades y el hartazgo de las comidas y cenas familiares.
    Adelante....

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  2. Has detallado a la perfeccion las fechas y pensamientos de Manuel ¡¡navidad!! un coñazo para muchos

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  3. Me siento identificado plenamente con tu protagonista. Veo que tenemos muchas cosas en común... otras no, conste.

    "...y no se había significado al respecto, ni ha ofrecido ningún acto o comportamiento especial..."
    Esta frase no tiene mucho sentido, creo que te has equivocado en alguna palabra. Releela y lo comprobarás.

    Un abrazo.

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  4. Visto y oido, muchas gracias por tu corrección Pedro, tienes razón.
    Y a vosotros por vuestros comentarios, me alegra que os haya gustado.
    Un saludo amigos.

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me encanta que me orienten. Tu opinión es muy valida para mi.