miércoles, 2 de marzo de 2011

EL INVIERNO DEL CORAZÓN


CAPITULO 41: EL VIAJE

Aunque feliz e ilusionado, me sentía un poco raro. Un lunes a las diez de la mañana, y sentado en un bar, tomándome un buen desayuno, ¿y leyendo un diario?, parecía un sueño, pero era real.
Mi cuerpo se había hecho a la idea de un largo día de trabajo, y la verdad, este cambio le sentó de maravilla. Tal y como el aire fresco de esos primeros días de febrero que acariciaba mi cara con sus fríos dedos.
Ahora solo encontraba un problema, en que iba a emplear el tiempo de unas vacaciones de lo más sorpresivas.
Tampoco me iba a calentar la cabeza. Tenía mucho tiempo, y lo iba a aprovechar sin agobios. Lo primero que hice, fue llamar a casa para darle a mis padres la noticia de mi marcha. Mi madre se erigió como interlocutora parental y mostró mucho interés en los detalles del trabajo, rogándome que hiciéramos algo especial antes de marcharme. Acepté encantado, feliz por poder estrechar de nuevo unos lazos familiares que había estado cortado con mis reticencias.
Alguien me dijo una vez, que las casualidades pueden ser debidas a una especie de conexión telepática bastante remota que tenemos entre nosotros, el caso es que, mientras sopesaba la conveniencia de comentarle a Cristina o no mis planes de futuro, sonó mi teléfono móvil.
Mientras lo sacaba del bolsillo de mi cazadora, pensé que podría ser del trabajo, pero al ver su nombre en la pantalla, provocó en mí, una sonrisa.
-Buenos días señorita-Le contesté-¿Cuál es el motivo de su llamada?-Continué con mi patética imitación de operadora de la policía.
-Hola Manuel, tengo un problemilla, y me pregunté si tú podrías ayudarme-Me contestó con su tono habitual, dejando en el aire unas dudas razonables por la causa de ese problema que le hacía llamarme a esta hora de la mañana.
-Tú dirás-Me ofrecí.
-Es que tengo un DVD que me costó un dineral, y resulta que cuando pongo una película, se queda bloqueado, no sé qué hacer, y como tú eres tan manitas, me gustaría que me dieras tu opinión. ¿Estás en tu trabajo?-Quiso saber.
-No, estoy de vacaciones-Respondí.-No soy experto en esos aparatos, pero veré lo que puedo hacer.
Y le dí la seña de donde me encontraba. Ella tampoco trabajaba por diversos motivos que no me quiso explicar, pero lo cierto, es que en menos de media hora, se presentó allí, DVD bajo el brazo, y con esa sonrisa tan bonita con la que adornaba su cara.
Me reí de corazón con sus ocurrencias, me encontraba muy a gusto, quizás contagiado por la felicidad de encontrarme al libre albedrío. Estuve a punto un par de veces de decirle que el motivo de mis vacaciones era en realidad, mi marcha a Londres, pero todas las veces, opté por camuflar mis pensamientos.
Una hora más tarde, Cristina se iba tan sonriente como había aparecido, dejándome el aparato, al que prometí dedicarle además de desdeñosas miradas, toda mi atención en estos días.
Sin embargo, me daba la sensación de que quizás ella se había dejado algo en el tintero, como si algo no me lo hubiera querido contar.
Mis primeros días libres, transcurrieron un poco entre la rutina pausada y una cierta y no menos absurda inclinación hacia la limpieza exacerbada. Quería dejar mi casa lo más limpia posible antes de marcharme. Pensé en que podía alquilarla, pero no me atraía la idea. Quería encontrar intacto mi sitio cuando volviera, al fin y al cabo, no tenía problemas económicos.
Reconozco que me dio cierto ataque de nostalgia cuando fui a comunicar mi baja del gimnasio. Mientras el chico escudriñaba mis datos en su ordenador, o miraba la piscina cubierta a través del cristal que nos separaba.
Pese a no haber demasiada gente, movimientos lineales y acompasados de varios gorritos de colores diferentes, me recordaron que en aquellos miles de litros de agua, yo había comenzado a ahogar mis penas, y que ya casi se veían sus últimas pompitas elevándose aflorantes hacia la superficie.
También salí un par de noches, incluso quedé con Mario, al que comuniqué mi marcha a Londres. Por supuesto planteó una superdespedida de las suyas. Cosa a la que me negué.
No quería megafiestas que ya conocía como acababan, y mucho menos el final apoteósico que Mario proponía en cualquier club de alterne que todavía lo dejaran entrar.
Suspiró decepcionado, pero acató mi decisión, por lo que quedamos para otra noche.
Camino de mi casa, una idea vino a mi cabeza. Podía aprovechar un poco el tiempo haciendo un viaje. Muchas alternativas barajaba en mi cabeza, pero ninguna me seducía.
De pronto vino a mi cabeza el Algarve portugués. Susana y yo habíamos previsto hacer ese viaje juntos, pero finalmente se pospuso. No resistió el paso de los conflictos, y quedó vilmente relegado a “recuerdo de posible felicidad”.
Por qué no, un fin de semana cámara al hombro y en la playa, podría sentarme muy bien.
Cuando me levanté al día siguiente, mi vista se paró en seco sobre el DVD de Cristina, el cual reposaba sobre la mesa del salón. Ya había dado con el problema y no sin dificultad, lo había solucionado.
Había quedado en dárselo ese mismo sábado, así que rápidamente la llamé por teléfono para adelantar su entrega. Cristina escuchó atentamente los pormenores de mis pesquisas en la placa electrónica y en la lente del DVD, así como el motivo por lo que se lo daba antes de tiempo.
-¡Vaya envidia!, el Algarve-Dijo insinuante.-Nunca he estado allí.
Le expliqué que Susana y yo dejamos el viaje pendiente. Insinuó varias veces la disponibilidad que tendría para acompañarme, pero las tantas, le di unos tácticos capotazos. Quería hacer el viaje solo, hacer fotos, y no preocuparme de caer en unas garras tan bonitas como afiladas.
Nos despedimos al fin, y con aire resignado colgó, dejándome sin poderlo remediar, un aroma a desilusión que me dolía en el alma, pero que aflojaba un peso en mis alforjas ya de por sí cargadas de miedo.

3 comentarios:

  1. A mi este capítulo me gusta mucho, porque aunque no hay nada relevante para la acción del relato, es del tipo de texto que llena una novela y te hace leerla con ansiedad, deseando que pase algo. Está muy bien llevado.

    ResponderEliminar
  2. Totalmente de acuerdo con genialsiempre; la redacción de este capítulo te ha salido redonda; tan sólo un detalle: "...algo en el tintero, como si algo no me lo hubiera querido contar." Ese segundo "algo" no queda bien en la frase, creo que tendrías que retocarla un poco.
    Por lo demás, lo dicho: genial.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  3. completamente de acuerdo con genialsiempre y con pedro (pero si yo fuera manuel me la llevaba)

    ResponderEliminar

me encanta que me orienten. Tu opinión es muy valida para mi.