jueves, 27 de agosto de 2009

LA LEYENDA DE MARIA MARMOL.


Cuenta la leyenda, que en la peña arenosa donde se ubicaba el tejar, una fría mañana de lluvia, un joven zapatero miraba el horizonte.
No le importaba el aguacero que con tanto afán, regaba los campos de Medina. Su mirada se había perdido en un pequeño bosque que podía divisar desde allí, dejando escapar de sus ojos unos brillos grises, residuos invisibles de sus amargas evocaciones.
Dos días hacía que su prometida había roto en mil pedazos el compromiso que habían adquirido, tantos como los que habían saltado de su corazón aquella última vez que hablaron.
Tal era su desesperación, que calándose la capucha de su raída capa gris de modo que nadie viera que no podía dejar de llorar, había subido hasta la Calle San Juan, esquina con la calle Hércules. Caminó de noche, por donde nadie lo viera, tratando de componer una especie de oración o plegaria, esperando que la dama le ayudara, siguiendo consejo, y atraído por la fama de benefactora de la noble romana.
Pero ya habían pasado dos días y todo seguía igual, su amada no quería saber nada de él. Así que agarrando por la mano su desesperación, se presentó en aquel lugar, con la firme intención de lanzarse al vació, escaparse de su prisión.
Cuán grande sería el amor que sentía, que había eliminado de su vida toda familia y toda razón, y su aterciopelada mano había apartado toda esperanza y deseos de vivir.
Por eso, no dudo un instante, y saltó. El frio aire que sentía al caer, le hizo evocar recuerdos de su vida de los que últimamente se había olvidado, pero a media caída, un golpe seco sobre la ladera arenosa, los interrumpió bruscamente.
Ahora rodaba por la ladera, dando vueltas y más vuelta, sobre el terreno embarrado. Hasta que cayó junto a un cañaveral, quedando tendido boca arriba.
Entonces vio a una mujer que con paso cadencioso, se acercaba a él. Con una bonita sonrisa, entre divertida y burlona, el contoneo de su andar movía con gracia los pliegues de su túnica blanca inmaculada, mientras unos graciosos rizos caían por detrás de sus orejas.
No sabía quién era aquella mujer aunque le parecía familiar pese a no haber visto su cara nunca.
Cuando llegó a su altura, la dama acarició las mejillas del joven carpintero con sus suaves dedos, provocando en él una placentera sensación de tranquilidad y sosiego.
A la par que le dedicaba una graciosa sonrisa, el joven comprendió quien era, y no pudo evitar que lagrimas de desesperación salieran de sus ojos. Quería explicarle, pero no podía hablar, no sabía cómo hacerle entender que lo que pedía lo hacía de corazón. Que le dolía que no lo hubiera ayudado.
Entonces la cara de la serena dama, tornose pétreo y triste, abordadas sus mejillas por un reguero de lágrimas, sentía mucha pena ante aquel reproche.
Se sintió tan mal por haber roto la belleza de su cara, que el joven sacó su pañuelo y con el secó las lagrimas de la Señora, a la que pidió que por favor olvidase sus palabras. No se sentía nadie para hacerla llorar.
La cara de la dama romana, cambió su semblante, y en su fina cara se dibujó de nuevo una alegre sonrisa, que confortó al carpintero, devolviéndole la sonrisa.
Volviendo a sonreír, la Señora le acarició la cara al tiempo que se despedía, la vio caminar hasta que su figura se hizo borrosa en una clara oscuridad.
Abrió sus ojos al sentir una mano que le limpiaba la sangre que brotaba de su frente.
Turbia apareció a escasos centímetros de su cara la de una chica que había dejado su cántaro de agua para auxiliarlo.
También cuenta la leyenda que con el tiempo se enamoraron perdidamente el uno del otro, y que fueron felices.
Y que fue entonces, cuando entendió que le concedió el deseo, quizás concediéndoselo también a su antigua prometida, y es que no se pueden conceder dos voluntades a la vez si estas se contradicen.

3 comentarios:

  1. Bonita leyenda y aleccionadora moraleja. Para que tengamos más cuidado con lo que deseamos.

    Un placer pasar por aquí.

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  2. muy bonita historia y escelente narrativa .
    felicidades campeon

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  3. A mi parecer, que pretende ser totalmente objetivo, cada día perfeccionas más el estilo de tu narración, y con historias como esta, contadas con preciso detalle y con fluidez, lo estás demostrando. La historia es bonita, original y está bien contada. "Ere un mostro", pero no de feo. Besitos.

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me encanta que me orienten. Tu opinión es muy valida para mi.